Feo,
de hollín y fango.
¡No
verte!
Antes,
de nieve, áureo,
en
trineo por mi alma.
Cuajados
pinos. Pendientes.
Y
ahora, `por las cocheras,
de
carbón, sucio.
¡Te
lleven!
Por
los desvanes de los sueños rotos-
Telarañas.Polillas.Polvo.
¡Te
condenen!
Tiznados
por tus manos,
Mis
muebles, mis paredes.
En
todo,
tu
estampado recuerdo
de
tinta negra y barro.
¡Te
quemen!
Amor,
pulpo de sombra,
Malo.
EL ÁNGEL DE CARBÓN
RESUMEN
El poeta nos habla
del malestar vital, de la desolación que siente en esos momentos; por ello se
identifica con un ángel de carbón, sucio y feo, al que desearía ver desaparecer
contraponiéndolo con el ángel dorado que fue anteriormente.
TEMA
La angustia, la
desolación en que vive el poeta.
ORGANIZACIÓN DE IDEAS
El
poema en cuanto a su contenido se puede dividir en dos partes: una referida al
presente en la que se habla de lo mal que se siente el autor y que ocupa casi
todo el poema; y otra, que se refiere al pasado y que ocupa sólo la segunda
estrofa, porque evidentemente lo que interesa al escritor es el presente
COMENTARIO
Comienza Alberti
con un título que ya es sorprendente e indicativo de que ese ángel al que alude
no puede ser bueno, puesto que el carbón, negro, trae consigo connotaciones
negativas, opuestas a la imagen tradicional del ángel, blanco. Dichas
connotaciones aumentan en los dos primeros versos, puesto que ahora se refiere
a él de manera concisa, pero lapidaria (feo, de hollín y fango). De nuevo el
adjetivo feo se opone al concepto religioso de los ángeles. Con la expresión
“de hollín y fango” vuelve al negro y a la sensación de suciedad, de sentirse
mal consigo mismo. Igualmente lacónico resulta el verso segundo: ¡No verte!
En
contraposición habla de la criatura que era antes: pura (de nieve, áureo) y
feliz (en trineo por mi alma). Asocia el
trineo y la nieve con la naturaleza, con los pinos, a los que traslada
el adjetivo que correspondería realmente a la nieve: cuajados (hipálage). E
igualmente los pinos evocan en el poeta
la verticalidad (pendientes).
El
ayer, breve, queda encerrado entre los versos iniciales y el resto del poema.
El poeta podría haber empezado por él, pero prefiere crear en nosotros la
sensación de agobio, de que eso está dentro como mero recuerdo, pero no queda
nada de esa felicidad, de esa tranquilidad interior.
De
la naturaleza en libertad de la que
habla anteriormente pasa al espacio cerrado, sucio, artificial: las cocheras,
los desvanes donde lo único que hay son telarañas, polillas, polvo, es decir,
lugares donde no viven seres humanos. Metafóricamente el poeta identifica los
sueños rotos, las ilusiones perdidas, con el desván en el que se guardan, por
ello ahora hablará de sus muebles y sus paredes como si de tal se tratase. Paredes y muebles están negros, tiznados por
las manos del ángel. La insistencia en el negro y en la suciedad es constante y
podemos apreciarlo en el epíteto negra que usa para la tinta y en barro,
sinónimo del fango inicial.
Ni siquiera el
amor es aquí bueno ya que lo identifica con “pulpo de sombra”, sombra por las
connotaciones oscuras que trae consigo y pulpo porque el poeta no es capaz de
liberarse de él, de ese ángel (símbolo del amor de Dios a los hombres) malo que
lo tiene asido.
En todo su ser
el autor siente esa misma sensación de impotencia, de rabia, que va aumentando
a medida que avanza el poema y que podemos apreciar en los versos exclamativos
que presentan una gradación de menor a mayor: “¡No verte1¡Te lleven! ¡Te
condenen! ¡Te quemen!
El poema
pertenece a Sobre los Ángeles, libro que, como sabemos, refleja una crisis del
autor, quien recurrió al Surrealismo para expresar sus sentimientos de soledad,
de dolor, por la pérdida del paraíso del que Alberti se siente expulsado como
los ángeles malos. Las oposiciones que aparecen constantemente en la obra entre
lo positivo y lo negativo podemos percibirlas aquí cuando se refiere al antes y
al ahora.
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