Medio apelotonada,
descansa en el sillón,
envuelta con su
abrigo de marta cibelina
y no lejos del
fuego que brilla en el salón.
El fino angora
blanco junto a ella se reclina,
rozando con su
hocico la falda de Aleçón,
no lejos de las
jarras de porcelana china
que medio oculta
un biombo de seda del Japón.
Con sus sutiles
filtros la invade un dulce sueño:
entro, sin hacer
ruido: dejo mi abrigo gris;
voy a besar su
rostro, rosado y halagüeño
como una rosa roja
que fuera flor de lis.
Abre los ojos;
mírame con su mirar risueño,
y en tanto cae la
nieve del cielo de París.
DE INVIERNO, RUBÉN DARÍO
RESUMEN
El poeta nos habla
de una mujer refinada que está envuelta en su abrigo de marta cibelina, a su
lado un gato de angora, unas porcelanas chinas…, es decir, un ambiente selecto.
Cuando el poeta se dispone a besarla, ella se despierta y le sonríe.
TEMA
El amor como
pretexto para evadirse el poeta en un mundo aristocrático y bello.
ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS
En los nueve
primeros versos el autor se dirige a los lectores mediante el imperativo mirad,
y nos describe la situación en que se
encuentra Carolina. A partir del verso décimo Darío habla en primera persona,
pasa a formar parte del cuadro descrito. En los dos últimos versos se produce
la reacción de ella.
COMENTARIO
El poema es un
soneto, pero un soneto modernista, es decir, con innovaciones. Está compuesto
por versos alejandrinos y por serventesios.
El título nos
evoca una estampa invernal y con ese mismo adjetivo comienza el poema, lo que
justifica que Carolina se encuentre envuelta en su abrigo de marta cibelina, a
pesar de que haya fuego en el salón. Frente al frío, la sensación de calidez
que producen tanto el hogar como el abrigo de pieles. El participio
“apelotonado” nos produce una sensación de dejadez, de relajación.
El ambiente
exquisito sugerido con las pieles, la chimenea, se complementa ahora con el
gato de angora, que añade además una nota de sensualidad al rozar con su hocico
la falda de su amada, falda que en consonancia con el ambiente distinguido es
de Alençon. Con las jarras de porcelana china y los biombos de Japón el poeta
nos deja ver el exotismo, la predilección tan típica de los modernistas por los
países orientales.
La enamorada
parece haberse dormido plácidamente mientras esperaba al poeta; en los versos
anteriores es como si Darío la hubiera estado contemplando desde la puerta,
como si se hubiera recreado en la belleza de la estampa, ahora entra en acción,
se dirige a besarla tratando de no despertarla, como si no quisiera romper ese
ambiente mágico que nos ha descrito.
En el último
terceto nos compara a su amada “con una rosa roja que fuera flor de lis”, la
rosa por la belleza, el rojo por la pasión que connota y la flor de lis como
símbolo aristocrático. En el verso siguiente destaca la sinestesia “con su
mirar risueño”, la amada se alegra de verlo. Por último el poeta vuelve a la
evocación inicial con el detalle de la nieve que cae fuera y que sigue
contrastando con el ambiente cálido del interior. Termina con una nota
cosmopolita: París, ciudad tan querida por Rubén.
En resumen, el
poema responde al Modernismo, tanto en sus aspectos formales (innovaciones
métricas, uso abundante de adjetivos, algunos cromáticos, –fino angora blanco,
porcelana china, sutiles filtros, dulce sueño, rostro rosado y halagüeño,
abrigo gris, rosa roja, mirar risueño-) como en los temáticos (amor, exotismo,
cosmopolitismo, ambiente aristocrático).
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