jueves, 7 de marzo de 2019

Comentario de "De invierno", de Rubén Darío







           En invernales horas, mirad a Carolina.
Medio apelotonada, descansa en el sillón,
envuelta con su abrigo de marta cibelina
y no lejos del fuego que brilla en el salón.

El fino angora blanco junto a ella se reclina,
rozando con su hocico la falda de Aleçón,
no lejos de las jarras de porcelana china
que medio oculta un biombo de seda del Japón.

Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño:
entro, sin hacer ruido: dejo mi abrigo gris;
voy a besar su rostro, rosado y halagüeño

como una rosa roja que fuera flor de lis.
Abre los ojos; mírame con su mirar risueño,
y en tanto cae la nieve del cielo de París.



                                    DE INVIERNO, RUBÉN DARÍO

RESUMEN

El poeta nos habla de una mujer refinada que está envuelta en su abrigo de marta cibelina, a su lado un gato de angora, unas porcelanas chinas…, es decir, un ambiente selecto. Cuando el poeta se dispone a besarla, ella se despierta y le sonríe.

TEMA

El amor como pretexto para evadirse el poeta en un mundo aristocrático y bello.

ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS

En los nueve primeros versos el autor se dirige a los lectores mediante el imperativo mirad, y  nos describe la situación en que se encuentra Carolina. A partir del verso décimo Darío habla en primera persona, pasa a formar parte del cuadro descrito. En los dos últimos versos se produce la reacción de ella.

COMENTARIO

El poema es un soneto, pero un soneto modernista, es decir, con innovaciones. Está compuesto por versos alejandrinos y por serventesios.
El título nos evoca una estampa invernal y con ese mismo adjetivo comienza el poema, lo que justifica que Carolina se encuentre envuelta en su abrigo de marta cibelina, a pesar de que haya fuego en el salón. Frente al frío, la sensación de calidez que producen tanto el hogar como el abrigo de pieles. El participio “apelotonado” nos produce una sensación de dejadez, de relajación.
El ambiente exquisito sugerido con las pieles, la chimenea, se complementa ahora con el gato de angora, que añade además una nota de sensualidad al rozar con su hocico la falda de su amada, falda que en consonancia con el ambiente distinguido es de Alençon. Con las jarras de porcelana china y los biombos de Japón el poeta nos deja ver el exotismo, la predilección tan típica de los modernistas por los países orientales.
La enamorada parece haberse dormido plácidamente mientras esperaba al poeta; en los versos anteriores es como si Darío la hubiera estado contemplando desde la puerta, como si se hubiera recreado en la belleza de la estampa, ahora entra en acción, se dirige a besarla tratando de no despertarla, como si no quisiera romper ese ambiente mágico que nos ha descrito.
En el último terceto nos compara a su amada “con una rosa roja que fuera flor de lis”, la rosa por la belleza, el rojo por la pasión que connota y la flor de lis como símbolo aristocrático. En el verso siguiente destaca la sinestesia “con su mirar risueño”, la amada se alegra de verlo. Por último el poeta vuelve a la evocación inicial con el detalle de la nieve que cae fuera y que sigue contrastando con el ambiente cálido del interior. Termina con una nota cosmopolita: París, ciudad tan querida por Rubén.
En resumen, el poema responde al Modernismo, tanto en sus aspectos formales (innovaciones métricas, uso abundante de adjetivos, algunos cromáticos, –fino angora blanco, porcelana china, sutiles filtros, dulce sueño, rostro rosado y halagüeño, abrigo gris, rosa roja, mirar risueño-) como en los temáticos (amor, exotismo, cosmopolitismo, ambiente aristocrático).


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