miércoles, 6 de marzo de 2019

Comentario de "Las campanas del convento", de Juan Ramón Jiménez



Las campanas del convento…

         Las campanas del convento
están rezando hacia el sol;
frente al convento están rosas
los árboles del amor.

         La iglesia envía un aroma
de incienso y de corazón,
el aire es cantar de fuentes,
olor de rosas de olor.

         Las campanas del convento
están llorando hacia el sol;
el sol de abril hace risa
la estela de la oración.

         -Letanías, plata y lirios…
¡fuente, beso y ruiseñor!
Voz de ensueño, gloria abierta…,
¡madrigal y tentación!

         --Aroma de carne en gracia…,
¡olor de novias en flor!
…Sobre el convento sombrío
es rosa el sol español.

           

                                    LAS CAMPANAS DEL CONVENTO...             


                        RESUMEN
                        El poeta nos habla del conflicto entre la pureza (representada por el convento) y el amor y la sensualidad  (representados por el árbol del amor). Todo el poema responde a la contraposición entre ambos conceptos, lo que va variando son los símbolos utilizados.

                        TEMA
                        El conflicto entre la castidad y el amor carnal.


                        ORGANIZACIÓN DE IDEAS
                        En cuanto al sentido, el poema no presenta ninguna división, todo él forma una unidad. En cuanto a la forma,  se observa que las dos últimas estrofas tienen guiones, como si estuvieran dialogadas; además en ellas el poeta se refiere a la castidad y al amor en versos alternativos, mientras que en las restantes dedicaba los dos primeros versos a un símbolo y los dos siguientes, al otro.  

COMENTARIO
                        El poema consta de cuatro coplas (cuatro versos octosílabos con rima asonante en los pares). Tanto la estrofa como el empleo de la asonancia están más cercanos a la poesía popular que a las preferencias modernistas.
                         Comienza Juan Ramón presentándonos una contraposición  entre el convento, cuyas campanas, símbolos de oración, rezan y los árboles del amor cuyas flores están rosas, con este adjetivo el poeta se refiere seguramente a que están dispuestos a experimentar el amor. La iglesia desprende olor de devoción (aroma de incienso y de corazón); el aire trae sonidos de fuentes y perfume de rosas de olor. Tanto la fuente como las rosas están simbolizando el amor carnal. Estos versos resultan muy modernistas por las referencias a los sentidos. La epanadiplosis (olor de rosas de olor) no hace sino acentuar la sensación olfativa.
                        La antítesis entre uno y otro elemento es ahora más evidente, si cabe, ya que las campanas del convento lloran y el sol se ríe, es decir, transforma en risa la retahíla de la oración. El sol se nos muestra como un elemento vitalista.
                        Aparecen ahora las letanías, la plata y los lirios. Las plegarias son frecuentes en la iglesia, igual que los ornamentos de plata y los lirios, estos dos últimos, además por su color (el blanco) connotan pureza. Frente a ellos la fuente, el beso y el ruiseñor como elementos sensuales. La voz de ensueño de las letanías y la gloria abierta para la pureza; es decir, el tercer verso se corresponde con el primero y el cuarto, madrigal y tentación con el segundo.
                        En la última estrofa continúa la contraposición entre pureza y sensualidad, parece que triunfa ésta sobre aquélla. Continúa con los paralelismos antitéticos en los dos primeros versos (el aroma de los cuerpos virginales, puros, frente al olor de la sensualidad de las novias). Por fin parece triunfar el placer, puesto que sobre el convento sombrío el sol vuelve a ser rosa- nótese de nuevo la antítesis entre los adjetivos; el vitalismo, el placer, la sensualidad del pueblo español acaban triunfando sobre su religiosidad y su pureza.
                        En resumen, destacan en el poema los símbolos usados por el poeta: el color rosa, los árboles del amor, la fuente, el sol, el ruiseñor… para  indicar la sensualidad; el blanco, el convento, las campanas, las letanías,  la plata, los lirios… para la pureza. El lenguaje utilizado es sencillo, pero no faltan las figuras retóricas entre las que destacan la metáfora (los árboles del amor, el aire es cantar de fuentes, olor de novias en flor); la contraposición sobre la que está basada todo el poema; la  personificación (las campanas rezan o lloran, el sol se ríe); o la epanadiplosis (olor de rosas de olor). Responden estos versos a la temática del libro al que pertenecen, Jardines lejanos, en el que aparece el conflicto erótico de Juan Ramón: la oposición entre el amor sexual y la virginidad o pureza.                    




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