martes, 4 de diciembre de 2018

Comentario de "Reyerta", de Federico García Lorca




En la mitad del barranco
las navajas de Albacete,
bellas de sangre contraria,
relucen como los peces.
 Una dura luz de naipe
recorta en el agrio verde,
caballos enfurecidos
y perfiles de jinetes.
En la copa de un olivo
 lloran dos viejas mujeres.
El toro de la reyerta
se sube por las paredes.
Ángeles negros traían
pañuelos y agua de nieve.
 Ángeles con grandes alas
de navajas de Albacete.
Juan Antonio el de Montilla
rueda muerto la pendiente,
su cuerpo lleno de lirios
 y una granada en las sienes.
Ahora monta cruz de fuego,
carretera de la muerte.
***
El juez, con guardia civil
por los olivares viene.
 Sangre resbalada gime
muda canción de serpiente.
Señores guardias civiles:
aquí pasó lo de siempre.
Han muerto cuatro romanos
 y cinco cartagineses.
***
La tarde loca de higueras
y de rumores calientes,
cae desmayada en los muslos
heridos de los jinetes.
 Y ángeles negros volaban
por el aire de poniente.
Ángeles de largas trenzas
y corazones de aceite.

RESUMEN
El poema nos habla del enfrentamiento entre dos familias rivales de gitanos que termina con la muerte de algunos de ellos entre los que sobresale Juan Antonio el de Montilla. La Guardia Civil llega tarde y no confiere importancia a lo sucedido y el día, de acuerdo con la situación, muere también.

TEMA
La muerte por arma blanca del gitano Juan Antonio el de Montilla.

ORGANIZACIÓN DE IDEAS
El poema aparece claramente dispuesto en tres partes. En la primera se nos habla de la reyerta propiamente dicha y de sus consecuencias (la muerte de los gitanos). En la segunda aparecen la guardia civil y el juez que tratan el asunto como si fuera un hecho habitual. En la última parte el ocaso del sol y los ángeles negros acentúan la ambientación del sangriento día vivido.

COMENTARIO
Comienza el poema introduciéndonos directamente en la pelea de los gitanos, in medias res. La verticalidad del barranco nos pone ya en situación de peligro, peligro que se acentúa con la aparición de las navajas de Albacete, que tienen fama de ser muy buenas, manchadas con la sangre del contrario. El color grisáceo y la forma alargada y curva de las navajas le sirven al poeta para compararlas con los peces.
Los versos siguientes son bastante ambiguos. El poeta nos habla de naipes (¿la pelea se debe al juego?), de verde y de jinetes. Estos dos últimos términos pueden referirse a las cartas (verde es el color del tapete sobre el que se juega y los jinetes serían los caballos) o al campo en el que está teniendo lugar la pelea y la forma en que se está llevando a cabo, a caballo. Destaca la dureza del léxico utilizado: dura, agrio, enfurecidos, recorta, perfiles.
Las viejas que lloran en lo alto del olivo nos ofrecen una imagen completamente surrealista. La furia, la dureza de la pelea queda magistralmente reflejada en la metáfora (el toro de la reyerta) y en la frase hecha (se sube por las paredes). A tono con el ambiente los ángeles son negros. Esos ángeles traen pañuelos para enjugar las lágrimas o para lavar las heridas y por ello traen también agua de nieve. Con la nieve el poeta añade una connotación de frialdad, de muerte, que sigue manteniendo en los versos siguientes al identificar las alas de los ángeles con grandes navajas.
Finalmente aparece el protagonista, Juan Antonio el de Montilla, rueda por el barranco.
Su cuerpo está lleno de heridas, moratones, lirios, y en sus sienes hay sangre, una granada. Va como un nuevo crucificado, lleno de heridas, corriendo hacia la muerte.
En la segunda parte el poeta nos presenta una escena habitual: tras una pelea con armas blancas en la que ha habido al menos un muerto llegan el juez y la guardia civil que no dan importancia al hecho, como si fuera frecuente que sucediera (“pasó lo de siempre/ han muerto cuatro romanos/ y cinco cartagineses”).
Los versos más bonitos de esta parte son los dos en que metafóricamente identifica la forma de la sangre que resbala con una serpiente que mata y que,paradójicamente, gime una canción que no puede ser emitida, por eso es muda.
La última parte sirve de colofón: la tarde, de acuerdo con lo narrado, también muere. Las imágenes usadas por el poeta sugieren una sensación de calor (las higueras se cultivan en tierras cálidas y además usa expresamente  el adjetivo “calientes” para referirse a los rumores y el aire de poniente también es cálido), de pasión y locura como la pelea que ha tenido lugar allí. Igualmente se nos sugiere el color rojo asociado con el ocaso, con las heridas de los jinetes. Calor y color nos hacen pensar inevitablemente en la sangre.
La muerte aparece de nuevo en el color de los ángeles y de nuevo otra imagen surrealista: los ángeles tienen largas trenzas y corazones de aceite. El aceite puede deberse a una asociación con los santos óleos que se dan a los moribundos.
El poema es un romance en el que se nos cuenta el enfrentamiento violento entre gitanos sin decirnos expresamente la causa, que podría ser amorosa (bastante frecuente entre ellos) o deberse al juego (por la alusión a los naipes). En él Lorca combina elementos narrativos (es un romance y nos cuenta una historia), líricos (abundante uso de figuras retóricas) y dramáticos (historia trágica y uso de diálogos aunque introducidos de forma directa). Igualmente combina elementos tradicionales como la propia  estrofa y elementos vanguardistas como las imágenes surrealistas.