jueves, 31 de enero de 2019

Comentario de "A un olmo seco", de Antonio Machado




Al olmo viejo, hendido por el rayo 
y en su mitad podrido, 
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.


  ¡El olmo centenario en la colina 
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina 
al tronco carcomido y polvoriento.


 No será, cual los álamos cantores 
que guardan el camino y la ribera, 
habitado de pardos ruiseñores.
 


Ejército de hormigas en hilera 
va trepando por él, y en sus entrañas 
urden sus telas grises las arañas.


  Antes que te derribe, olmo del Duero
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana, 
lanza de carro o yugo de carreta; 
antes que rojo en el hogar, mañana, 
ardas en alguna mísera caseta, 
al borde de un camino; 
antes que te descuaje un torbellino 
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,  
olmo, quiero anotar en mi cartera 
la gracia de tu rama verdecida. 


Mi corazón espera 
también, hacia la luz y hacia la vida, 
otro milagro de la primavera.

A UN OLMO SECO


RESUMEN.
El poeta canta la belleza de un olmo casi seco, podrido, derribado por un rayo al que la primavera ha sido capaz de “resucitar”, ya que le han salido algunas hojas nuevas. Antes de que desaparezca definitivamente bien por causas naturales o por la mano del hombre, quiere cantar el milagro de la vida operado en él, porque desea que también se produzca en su mujer, enferma como el olmo.

TEMA.
El milagro de la primavera capaz de hacer renacer la vida.
.
PARTES.
La primera es una descripción del estado del olmo y de su localización que llega hasta el verso 14 (“urden sus telas grises las arañas”).
La segunda está marcada por la temporalidad de la subordinada “antes que”. El poeta se detiene en enumerar posibles formas de morir del árbol y expresa su deseo de escribirle un poema.
La tercera parte (tres últimos versos) es la más importante, en ella se nos explica por qué el poeta se ha fijado en ese olmo y se nos muestran sus esperanzas.
La estructura externa se trata de una silva.
COMENTARIO
Nos encontramos ante un poema de Antonio Machado perteneciente a Campos de Castilla. Al final podemos apreciar que está fechado en Soria en 1912, dato muy significativo, ya que es el año en que murió Leonor, su esposa.
En los cuatro primeros versos nos describe  el  estado enfermizo del olmo (hendido por el rayo, podrido) que ha sido capaz de albergar vida gracias a la acción conjunta de la lluvia y el sol primaverales.
El uso de la exclamación indica el sentimiento tan profundo que los olmos centenarios despiertan en el alma del escritor. El paisaje tan querido para Machado y descrito por él en tantas ocasiones, las orillas del Duero a su paso por Soria, aparece personificado para concederle mayor importancia (“que lame el Duero”). El poeta insiste en el mal estado físico del árbol al que le ha salido un musgo amarillento, falto de vida. La adjetivación usada por el poeta nos anuncia la inminente muerte del olmo, así lo indica todo su aspecto exterior (corteza blanquecina, el tronco carcomido, polvoriento; el musgo amarillento).
Compara el olmo con los álamos y, a diferencia de ellos, el olmo no tendrá ruiseñores, es decir, no albergará vida en sus ramas. Destacamos aquí el uso que hace el poeta de un adjetivo traspuesto: los álamos no son cantores, los ruiseñores que habitan en ellos, sí. Dos símbolos machadianos aparecen unidos aquí: el camino y el río; ambos simbolizan la vida que pasa. En contraposición con ellos los árboles de las orillas que connotan lo que permanece y los pájaros que con sus cantos se asocian a la  vida y son capaces de unir ambas orillas.
La sensación de malestar físico en que se encuentra el olmo aumenta al referirse el poeta al ejército de hormigas, ya que la asociación de ambos elementos es muy negativa (el ejército destruye todo a su paso y el color de las hormigas es el negro). En lo más hondo de su ser, en las entrañas, las grises arañas están también acabando con la escasa vida que le resta al olmo, tejiendo sus telas, es decir, dándolo prácticamente por muerto.
A continuación Machado nos habla del futuro que le espera al árbol ya muerto. La mano humana lo cortará y lo utilizará para que le dé calor, o bien lo transformará y lo convertirá en soporte de alguna campana o en algún instrumento propio de los labriegos. Quizás sea la propia fuerza de la naturaleza la que acabe con él definitivamente: el río lo empujará al mar (muerte); el torbellino producido por la bravura de las aguas al saltar  estas los barrancos lo destrozará o bien el viento frío procedente de las sierras lo helará.
Antes de que desaparezca por completo Machado quiere cantar el milagro de esa rama verdecida porque él se ha identificado con ese elemento del paisaje, esperando que la primavera produzca el mismo milagro en su esposa enferma, por eso dice “hacia la luz y hacia la vida”.
Finalmente podemos apreciar cómo Machado aúna la “objetividad” (descripción de un paisaje) con la subjetividad (todos los elementos están escogidos porque se ajustan a su situación vital).

domingo, 20 de enero de 2019

Comentario de "La tarde", de Antonio Machado









Fue una clara tarde, triste y soñolienta
tarde de verano. La hiedra asomaba
al muro del parque, negra y polvorienta...
La fuente sonaba.
Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruido abriose la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
golpeó el silencio de la tarde muerta.
En el solitario parque, la sonora
copia borbollante del agua cantora
me guió a la fuente. La fuente vertía
sobre el blanco mármol su monotonía.
La fuente cantaba: ¿Te recuerda, hermano,
un sueño lejano mi canto presente?
Fue una tarde lenta del lento verano.
Respondí a la fuente:
No recuerdo, hermana,
mas sé que tu copla presente es lejana.
Fue esta misma tarde: mi cristal vertía
como hoy sobre el mármol su monotonía.
¿Recuerdas, hermano?... Los mirtos talares,
que ves, sombreaban los claros cantares
que escuchas. Del rubio color de la llama,
el fruto maduro pendía en la rama,
lo mismo que ahora. ¿Recuerdas, hermano?...
Fue esta misma lenta tarde de verano.
—No sé qué me dice tu copla riente
de ensueños lejanos, hermana la fuente.
Yo sé que tu claro cristal de alegría
ya supo del árbol la fruta bermeja;
yo sé que es lejana la amargura mía
que sueña en la tarde de verano vieja.
Yo sé que tus bellos espejos cantores
copiaron antiguos delirios de amores:
mas cuéntame, fuente de lengua encantada,
cuéntame mi alegre leyenda olvidada.
—Yo no sé leyendas de antigua alegría,
sino historias viejas de melancolía.
Fue una clara tarde del lento verano...
Tú venías solo con tu pena, hermano;
tus labios besaron mi linfa serena,
y en la clara tarde dijeron tu pena.
Dijeron tu pena tus labios que ardían;
la sed que ahora tienen, entonces tenían.
—Adiós para siempre la fuente sonora,
del parque dormido eterna cantora.
Adiós para siempre; tu monotonía,
fuente, es más amarga que la pena mía.
Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruïdo abrióse la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
sonó en el silencio de la tarde muerta.

Fue una clara tarde, triste y soñolienta
tarde de verano. La hiedra asomaba
al muro del parque, negra y polvorienta...
La fuente sonaba.
Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruido abriose la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
golpeó el silencio de la tarde muerta.
En el solitario parque, la sonora
copia borbollante del agua cantora
me guió a la fuente. La fuente vertía
sobre el blanco mármol su monotonía.
La fuente cantaba: ¿Te recuerda, hermano,
un sueño lejano mi canto presente?
Fue una tarde lenta del lento verano.
Respondí a la fuente:
No recuerdo, hermana,
mas sé que tu copla presente es lejana.
Fue esta misma tarde: mi cristal vertía
como hoy sobre el mármol su monotonía.
¿Recuerdas, hermano?... Los mirtos talares,
que ves, sombreaban los claros cantares
que escuchas. Del rubio color de la llama,
el fruto maduro pendía en la rama,
lo mismo que ahora. ¿Recuerdas, hermano?...
Fue esta misma lenta tarde de verano.
—No sé qué me dice tu copla riente
de ensueños lejanos, hermana la fuente.
Yo sé que tu claro cristal de alegría
ya supo del árbol la fruta bermeja;
yo sé que es lejana la amargura mía
que sueña en la tarde de verano vieja.
Yo sé que tus bellos espejos cantores
copiaron antiguos delirios de amores:
mas cuéntame, fuente de lengua encantada,
cuéntame mi alegre leyenda olvidada.
—Yo no sé leyendas de antigua alegría,
sino historias viejas de melancolía.
Fue una clara tarde del lento verano...
Tú venías solo con tu pena, hermano;
tus labios besaron mi linfa serena,
y en la clara tarde dijeron tu pena.
Dijeron tu pena tus labios que ardían;
la sed que ahora tienen, entonces tenían.
—Adiós para siempre la fuente sonora,
del parque dormido eterna cantora.
Adiós para siempre; tu monotonía,
fuente, es más amarga que la pena mía.
Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruïdo abrióse la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
sonó en el silencio de la tarde muerta.




                                   LA TARDE. VI 
RESUMEN:
     El poeta se dirige a un parque conocido y entabla un diálogo  con la fuente Ésta intenta que el poeta recuerde otra tarde similar en la que él estuvo allí hace ya algún tiempo. El autor por un momento piensa que la fuente está hablando de  alguna bonita historia de amor. Sin embargo, la fuente sólo recuerda historias de soledad y de pena. Machado se enfada al constatar que su amargura es vieja y se va del lugar diciéndole a la fuente que su monotonía es peor que aquélla.

TEMA:
      La evocación de un momento pasado ante circunstancias similares a las actuales.

ESTRUCTURA:
     Podemos dividir el poema en tres partes. La primera  desde que el poeta va aproximándose al parque hasta que llega a la fuente (12 primeros versos). La segunda es un diálogo con ella (versos 13 a 48). La tercera es una vuelta al principio (cuatro últimos versos). La estructura es, pues, cíclica.

COMENTARIO:
     Machado nos habla en este poema de un tema muy característico de su primer libro, Soledades, su melancolía; melancolía que en este caso no podemos precisar exactamente a qué se debe, pero sí sabemos que es vieja en él.
     Representativos también de su primera época, modernista, son: la tarde, la fuente y el parque. Es un parque muy de la época, muy de Verlaine, y era frecuente suspirar en esos jardines, mostrar la nostalgia modernista heredada de los románticos. La tarde de verano, calurosa, propicia asimismo la melancolía.
     Los versos utilizados responden igualmente al gusto modernista: dodecasílabos y algún hexasílabo, con rima consonante, en pareados o en forma ABAB. Recordemos que estos versos fueron utilizados por los modernistas por imitación de la literatura francesa.
    Es un poema muy lírico en el que Machado para descubrirnos sus pensamientos ha recurrido a la personificación de la fuente para poder entablar un diálogo con ella, ha dramatizado el monólogo interior para que le sirva de interlocutora.
     El poema empieza situándonos en una tarde triste de verano. Al  principio el poeta se encuentra en el exterior del parque (“la hiedra asomaba”, “la fuente sonaba”). A medida que  avanzamos, él también lo hace hacia el interior del parque (abre la cancela, el ruido del agua le lleva hasta la fuente).
     Se entabla el diálogo con la fuente. Ésta insiste en que el poeta recuerde, de ahí las repeticiones de “¿Recuerdas, hermano?“; insiste también en que las circunstancias ambientales eran las mismas : “fue esta misma tarde”, fue esta misma lenta tarde”, “fue una clara tarde del lento verano”. Aquí podemos apreciar el contraste entre el “fue” (expresa tiempo pasado y acción terminada) y el uso de “esta misma tarde” (tiempo presente). Contraste que aparece también en “¿Te recuerda, hermano, / un sueño lejano mi canto presente?” y que se explica porque el momento es igual al pasado y los sentimientos del poeta son los mismos que tenía entonces: “la sed que ahora tienen, entonces tenían”. Destacar aquí también la contraposición entre leyendas (sucesos no comprobados) e historias (hechos comprobados). Por último, el poeta que por momentos se había hecho la ilusión de que esos recuerdos eran leyendas alegres, vuelve a alejarse de allí enfadado por las “historias viejas de melancolía” que le cuenta la fuente.
     El ritmo del poema es lento, debido a las constantes repeticiones que el poeta usa; lentitud que se corresponde perfectamente con la  larga tarde de verano, con su monotonía.
     La adjetivación es abundante. La tarde es triste y soñolienta; la hiedra, negra y polvorienta; el parque, solitario; la copla, borbollante; el agua, cantora; el mármol, blanco (epíteto); el fruto, maduro; la fruta, bermeja; los bellos espejos,  cantores; la linfa, serena, etc. Adjetivación que es asimismo característica modernista y que obedece también al estilo nominal de Machado: uso abundante de adjetivos y nombres y escasez de verbos.
     Los recursos estilísticos utilizados son numerosos, como corresponde también a los textos modernistas, en los que se busca especialmente la belleza formal, aunque como podemos apreciar aquí, a Machado no le interesa sólo la forma, sino que le importa más expresar sus sentimientos, respondiendo así a un modernismo más intimista.
     Entre las figuras utilizadas destacamos:
     La personificación de la fuente: dialoga con él; tiene lengua (“fuente de lengua encantada”); su copla es riente,  es tratada como hermana, tratamiento que está indicando una familiaridad entre ellos.
     Las metáforas: “la sonora /copla borbollante del agua cantora” = el ruido del agua. “Mi cristal” = agua. “Del rubio color de la llama,/ el fruto maduro pendía en la rama”= los limones amarillos. “Yo sé que tu claro cristal de alegría/ ya supo del árbol la fruta bermeja”= la fuente ya ha saboreado los limones que se han caído a su fondo al madurar; la fuente ha realizado su sueño, conseguir que los limones no sólo estén reflejados en sus aguas, sino que estén en ellas. Machado, sin embargo, no ha conseguido el suyo, cualquiera que fuese, posiblemente alguna historia amorosa:“La sed que ahora tienen, entonces tenían”.
     La aliteración que se produce en los versos “Rechinó en la vieja cancela mi llave; con agrio ruido abriose la puerta/ de hierro mohoso y, al cerrarse, grave/ golpeó el silencio de la tarde muerta”. Aliteración de los fonemas /r/, /r/, /o/, lo que contribuye al  efecto del ruido del que se está hablando.
     En la copla borbollante tenemos una onomatopeya, es decir, la palabra reproduce el sonido del agua. Tanto la aliteración como la onomatopeya contribuyen a la musicalidad, también característica modernista. Lo mismo sucede con las anáforas  (“Fue una clara tarde, fue una tarde lenta, fue esta misma tarde, fue una clara tarde”; “yo sé que tu claro, yo sé que tus bellos, yo no sé”) y con la anadiplosis : “y en la clara tarde dijeron tu pena/ dijeron tu pena…”
      Otra de las figuras más representativas del Modernismo, la sinestesia, la encontramos también  aquí : “con agrio ruido”
     Paralelismos o quiasmos: un sueño lejano mi canto presente; fue una tarde lenta del lento verano; los mirtos talares, / que ves, sombreaban los claros cantares/ que escuchas”;  “fuente de lengua encantada/ leyendas de antigua alegría”; “fuente sonora/ del parque dormido eterna cantora”, etc. Estos paralelismos contribuyen, como ya hemos dicho antes, a imprimir un ritmo lento al poema.
     En resumen, el texto responde muy bien a las características modernistas propias de una primera etapa machadiana.








lunes, 7 de enero de 2019

Comentario de "Para vivir no quiero...", de Pedro Salinas


Para vivir no quiero
Islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!

Quítate ya los trajes,
Las señas, los retratos;
Yo no te quiero así,
Disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
Irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
Entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
Quién es el que te llama,
El que te quiere suya,
Enterraré los nombres,
Los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
Lo que encima me echaron
Desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
Eterno del desnudo,
De la piedra, del mundo,
Te diré:
“Yo te quiero, soy yo”.
   PARA VIVIR NO QUIERO

RESUMEN

El poeta contrapone los nombres, a los que considera como símbolos de una existencia no verdadera, a los pronombres, símbolos de la esencia, por eso le pide a su amada que se despoje de todo lo que no es esencial y se quede con el desnudo, con la esencia, él hará lo mismo. Este proceso se llevará a cabo gracias al amor.

 TEMA

El amor como fuerza capaz de hacer que los amantes lleguen a su propia esencia.


ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS

Podemos dividir el poema en dos partes: la primera iría desde los versos 1 al 11, en ella el poeta nos habla del presente en el que todavía no se ha llegado a la esencia de la persona. En la segunda parte, que llegaría hasta el final, el poeta nos habla de lo que sucederá en un futuro, cuando los amantes consigan llegar a la esencia.

COMENTARIO

El poema está escrito en versos heptasílabos, salvo el decimocuarto y el vigésimo segundo que son de tres y cuatro sílabas respectivamente; no hay una rima determinada, sino sólo una ocasional asonancia (entre los versos 2 y 4 y entre el 6 y el 9). Se observa asimismo la tendencia al verso corto propia de Salinas.
 Comienza el poeta con una negación un tanto sorprendente: no quiere vivir en una isla ni en un palacio ni en ninguna torre, es decir, no quiere llevar una vida de lujo, contrariamente a lo que podríamos desear muchos otros. Nuestro desconcierto se acentúa con la afirmación que hace a continuación  en la que nos muestra su deseo de vivir en los pronombres, ¿cómo es posible esto? Notemos además que el adjetivo que ha colocado a alegría no es frecuente que se asocie a dicho término; sin embargo, sabemos que es uno de los adjetivos más usados por Salinas para expresar la elevación o perfeccionamiento personal. El significado de estos versos quedará aclarado más tarde cuando hable de enterrar los nombres.
Continúa el autor dirigiéndose a la amada a quien le dice que se desnude, que se quite los trajes, las señas, los retratos, cualquier elemento que pueda confundirla, que haga que no sea ella misma (“no te quiero así/ disfrazada de otra/ hija siempre de algo). Frente a ello la quiere pura, libre, irreductible, con la sencillez, con la desnudez del pronombre “tú”.
 El poeta será capaz de identificar a su amada entre todas las gentes del mundo, como sucederá al final de los tiempos cuando Dios nos llame a cada uno personalmente. Quiere decir con ello Salinas que la fuerza del amor será tal que le permitirá identificar a la amada entre todas las personas del mundo, o sea, que se acercará al absoluto Vuelve a insistir en la importancia de los pronombres mediante el juego “sólo tú serás tú”.
 Cuando la amada haya sido capaz de llegar a ese estado amoroso de perfección, el autor estará preparado para alcanzarla, para dejar todo lo que lo convierte en otro
(“enterraré los nombres, la historia …lo que me echaron desde antes de nacer”), es decir, todo lo que lo ha marcado hasta ese momento y entonces se sentirá puro y se encontrará con su propia esencia simbolizada nuevamente en el pronombre “yo”.
Las contraposiciones son frecuentes en el poema: lo que no quiere para vivir y lo que sí quiere, lo que no quiere de la amada y lo que sí, los nombres y los pronombres, etc.
El ritmo del poema se consigue mediante el uso frecuente de paralelismos: disfrazada de otra/ hija de algo; cuando te llame/ cuando me preguntes; el que te llama/ el que te quiere suya.
Otras figuras retóricas usadas por Salinas son la enumeración asindética (islas, palacios, torres; los trajes, las señas, los retratos; los nombres, los rótulos, la historia), la epífora (irreductible tú/ …sólo tú serás tú), la epanadiplosis (yo te quiero, soy yo), además en los dos últimos ejemplos el poeta juega con las palabras. Esto nos sirve para afirmar que el poema, aunque en apariencia sencillo, no lo es tanto.
En resumen, estamos ante un poema muy característico de Salinas, por su temática amorosa, por el concepto que transmite del amor como fuerza que enriquece al amante y a la amada, que consigue perfeccionarlos, por el uso de los pronombres yo y tú con los que juega creando una confusión aparente en el lector.  



miércoles, 2 de enero de 2019

Comentario de "Romance de la luna", de Federico García Lorca



La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye, luna, luna, luna,
que ya siento los caballos.
Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay, cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.

COMENTARIO

Nos encontramos ante un texto lírico perteneciente al Romancero Gitano, obra escrita por Federico García Lorca. Como su nombre indica se trata de un romance, compuesto por versos octosílabos con rima asonante en los versos pares. Presenta una estructura narrativa (al principio y al final) y dramática (diálogo entre la luna y el niño).

El poeta comienza presentándonos a la luna como si fuera  una mujer, ya que dice que llega a la fragua con un polisón de nardos. Los nardos los asocia con el color blanco de la luna y el polisón nos hace pensar en una luna llena y el resplandor adyacente. La fragua nos sitúa en el ambiente de los gitanos.  El niño se queda mirándola, se siente atraído por ella. El aire se conmueve presintiendo lo que va a suceder. La luna se insinúa al niño de manera erótica para atraerle, por eso dice paradójicamente “enseña lúbrica y pura,/sus senos de duro estaño”. El estaño hace referencia nuevamente al color de la luna y connota, además, frialdad.

El niño le dice a la luna que huya porque si vinieran los gitanos, éstos la matarían y harían con ella objetos apreciados por ellos (collares y anillos blancos). Obsérvese la insistencia en el color blanco. La luna le responde que quiere bailar como invitándole a que el niño participe en su danza (recordemos las danzas de la muerte medievales)  y tratando de hacerse atractiva ante el niño. Las intenciones de la luna se van dejando ver al decirle al niño que cuando lleguen los gitanos lo encontrarán en un yunque con los ojillos cerrados. El niño sigue confiando en los gitanos y siente cómo se van acercando. El poeta alude de nuevo al color de la luna con la expresión “mi blancor almidonado”; con almidonado, además, nos hace pensar otra vez en el brillo de la luna.

Mediante la metáfora “tocando el tambor del llano”, Lorca expresa el sonido que producen los caballos al ir trotando por el llano, al que identifica con un tambor. A continuación se produce el desenlace, puesto que el niño tiene los ojos cerrados, lo que nos hace pensar que ha muerto.

En la estrofa siguiente el poeta nos habla de los gitanos a los que metafóricamente se refiere como “bronce y sueño”; bronce por el color de su piel, y sueño probablemente porque se está hablando de la noche; por eso vienen también con los ojos entornados.

La zumaya parece presentir la muerte del niño y por eso canta en el árbol. El dolor podemos percibirlo en el “ay” exclamativo. Ya no nos cabe duda de que el niño ha muerto, puesto que la luna se lo lleva de la mano. Cuando llegan los gitanos, el dolor que les produce esta muerte les hace gritar y llorar. El aire conmovido vuelve a hacerse presente y se suma al sentimiento de los gitanos velando al niño.
La influencia de la lírica popular podemos apreciarla, además de en el uso del romance, en las frecuentes repeticiones y paralelismos que encontramos a lo largo del poema (el niño la mira,/ el niño la está mirando; huye, luna, luna, luna; Cómo canta la zumaya/ ay, cómo canta en el árbol!; el aire la vela, vela/ el aire la está velando).