jueves, 31 de enero de 2019

Comentario de "A un olmo seco", de Antonio Machado




Al olmo viejo, hendido por el rayo 
y en su mitad podrido, 
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.


  ¡El olmo centenario en la colina 
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina 
al tronco carcomido y polvoriento.


 No será, cual los álamos cantores 
que guardan el camino y la ribera, 
habitado de pardos ruiseñores.
 


Ejército de hormigas en hilera 
va trepando por él, y en sus entrañas 
urden sus telas grises las arañas.


  Antes que te derribe, olmo del Duero
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana, 
lanza de carro o yugo de carreta; 
antes que rojo en el hogar, mañana, 
ardas en alguna mísera caseta, 
al borde de un camino; 
antes que te descuaje un torbellino 
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,  
olmo, quiero anotar en mi cartera 
la gracia de tu rama verdecida. 


Mi corazón espera 
también, hacia la luz y hacia la vida, 
otro milagro de la primavera.

A UN OLMO SECO


RESUMEN.
El poeta canta la belleza de un olmo casi seco, podrido, derribado por un rayo al que la primavera ha sido capaz de “resucitar”, ya que le han salido algunas hojas nuevas. Antes de que desaparezca definitivamente bien por causas naturales o por la mano del hombre, quiere cantar el milagro de la vida operado en él, porque desea que también se produzca en su mujer, enferma como el olmo.

TEMA.
El milagro de la primavera capaz de hacer renacer la vida.
.
PARTES.
La primera es una descripción del estado del olmo y de su localización que llega hasta el verso 14 (“urden sus telas grises las arañas”).
La segunda está marcada por la temporalidad de la subordinada “antes que”. El poeta se detiene en enumerar posibles formas de morir del árbol y expresa su deseo de escribirle un poema.
La tercera parte (tres últimos versos) es la más importante, en ella se nos explica por qué el poeta se ha fijado en ese olmo y se nos muestran sus esperanzas.
La estructura externa se trata de una silva.
COMENTARIO
Nos encontramos ante un poema de Antonio Machado perteneciente a Campos de Castilla. Al final podemos apreciar que está fechado en Soria en 1912, dato muy significativo, ya que es el año en que murió Leonor, su esposa.
En los cuatro primeros versos nos describe  el  estado enfermizo del olmo (hendido por el rayo, podrido) que ha sido capaz de albergar vida gracias a la acción conjunta de la lluvia y el sol primaverales.
El uso de la exclamación indica el sentimiento tan profundo que los olmos centenarios despiertan en el alma del escritor. El paisaje tan querido para Machado y descrito por él en tantas ocasiones, las orillas del Duero a su paso por Soria, aparece personificado para concederle mayor importancia (“que lame el Duero”). El poeta insiste en el mal estado físico del árbol al que le ha salido un musgo amarillento, falto de vida. La adjetivación usada por el poeta nos anuncia la inminente muerte del olmo, así lo indica todo su aspecto exterior (corteza blanquecina, el tronco carcomido, polvoriento; el musgo amarillento).
Compara el olmo con los álamos y, a diferencia de ellos, el olmo no tendrá ruiseñores, es decir, no albergará vida en sus ramas. Destacamos aquí el uso que hace el poeta de un adjetivo traspuesto: los álamos no son cantores, los ruiseñores que habitan en ellos, sí. Dos símbolos machadianos aparecen unidos aquí: el camino y el río; ambos simbolizan la vida que pasa. En contraposición con ellos los árboles de las orillas que connotan lo que permanece y los pájaros que con sus cantos se asocian a la  vida y son capaces de unir ambas orillas.
La sensación de malestar físico en que se encuentra el olmo aumenta al referirse el poeta al ejército de hormigas, ya que la asociación de ambos elementos es muy negativa (el ejército destruye todo a su paso y el color de las hormigas es el negro). En lo más hondo de su ser, en las entrañas, las grises arañas están también acabando con la escasa vida que le resta al olmo, tejiendo sus telas, es decir, dándolo prácticamente por muerto.
A continuación Machado nos habla del futuro que le espera al árbol ya muerto. La mano humana lo cortará y lo utilizará para que le dé calor, o bien lo transformará y lo convertirá en soporte de alguna campana o en algún instrumento propio de los labriegos. Quizás sea la propia fuerza de la naturaleza la que acabe con él definitivamente: el río lo empujará al mar (muerte); el torbellino producido por la bravura de las aguas al saltar  estas los barrancos lo destrozará o bien el viento frío procedente de las sierras lo helará.
Antes de que desaparezca por completo Machado quiere cantar el milagro de esa rama verdecida porque él se ha identificado con ese elemento del paisaje, esperando que la primavera produzca el mismo milagro en su esposa enferma, por eso dice “hacia la luz y hacia la vida”.
Finalmente podemos apreciar cómo Machado aúna la “objetividad” (descripción de un paisaje) con la subjetividad (todos los elementos están escogidos porque se ajustan a su situación vital).

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