martes, 27 de noviembre de 2018

Comentario del "Romance de la Guardia Civil", de Federico García Lorca





Los caballos negros son.
Las herraduras son negras.
Sobre las capas relucen
Manchas de tinta y de cera.
Tienen, por eso no lloran,
De plomo las calaveras.
Con el alma de charol
Vienen por la carretera.
Jorobados y nocturnos,
Por donde animan ordenan
Silencios de goma oscura
Y miedos de fina arena.
Pasan, si quieren pasar,
Y ocultan en la cabeza
Una vaga astronomía
de pistolas inconcretas.
         ***
¡Oh, ciudad de los gitanos!
En las esquinas, banderas.
La luna y la calabaza
Con las guindas en conserva.
¿oh, ciudad de los gitanos!
¡Quién te vio y no te recuerda?
Ciudad de dolor y almizcle,
Con las torres de canela.




ROMANCE DE LA GUARDIA CIVIL (Fragmento)

RESUMEN
El poeta contrapone dos mundos: el de la guardia civil y el de los gitanos. El primero simboliza la falta de sentimientos, el orden, la deshumanización e incluso la muerte. El mundo de los gitanos es asociado, sin embargo, con el vitalismo, el lirismo y el humanismo.
TEMA
Contraste entre dos mundos: el de la guardia civil y el de los gitanos.

ORGANIZACIÓN DE IDEAS
El poema se encuentra dividido en dos partes que responden a la disposición tipográfica que presenta, ambas  están separadas por asteriscos  y sus contenidos claramente diferenciados.
COMENTARIO
Como dice su título, estamos ante un romance (serie indeterminada de versos octosílabos que riman los pares en asonante y quedan sueltos los impares). En cuanto a la métrica,  Lorca está enlazando con la más pura tradición española, ya que dicha estrofa es una de las más populares en nuestra literatura.
Comienza Lorca presentándonos indirectamente a los protagonistas y lo hace a través de algunos de los elementos más representativos: los caballos y las capas, es decir, metonímicamente. Es fácil imaginar a la guardia civil a comienzos de siglo sobre sus caballos y con sus largos capotes. Mediante el paralelismo, aunque ligeramente alterado, de “los caballos negros son/ las herraduras son negras” el autor recalca la connotación negativa del adjetivo negro, lo hace para dar un aspecto más sombrío a la figura del guardia civil. El color negro vuelve a aparecer ahora sugerido por las manchas de tinta de las capas, manchas de tinta y de cera con las que seguramente el poeta haga alusión a las oficinas en las que tomaban declaración los guardias civiles.
La ausencia de sentimientos que caracteriza dicho mundo es palpable en los versos en que dice “Tienen, por eso no lloran,/ de plomo las calaveras”, en donde Lorca vuelve a usar la metonimia, el plomo de sus armas se ha trasladado a sus calaveras, término este último empleado por el poeta para indicarnos que son seres muertos y que llevan en su cerebro, en vez de sesos, plomo, es decir, muerte.
El negro sigue estando presente en el poema al aludir el autor al charol de su alma y a su actitud nocturna. El alma de charol sugiere un alma fría, sin sentimientos, –recordemos que el charol  es el material del que está hecha la prenda más representativa de la guardia civil, el tricornio-. Los dos adjetivos con que los califica (jorobados y nocturnos) nos producen una sensación de miedo, de personajes malvados que actúan por la noche.  Dicha sensación se ve corroborada por los versos siguientes en los que dice que imponen silencio de goma oscura, goma probablemente por los correajes que llevan  y miedos de fina arena, imagen vanguardista incapaz de  ser explicada lógicamente y que sugiere que el miedo se siente en todo nuestro cuerpo igual que la fina arena se nos mete dentro cuando sopla el viento.
La arbitrariedad con que se comporta la guardia civil es destacada con los versos siguientes en los que Lorca afirma que “pasan, si quieren pasar”. La sensación de miedo se acentúa con las pistolas inconcretas que ocultan en su cabeza y que podrían ser disparadas al azar. En estos versos está utilizando de nuevo metáforas vanguardistas con las que nos produce la sensación de que no tienen las ideas claras.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Comentario de "La aurora de Nueva York", de Federico García Lorca



La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.

Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.


                                                           LA AURORA


            RESUMEN

            El poeta nos habla de la falta de esperanza que existe en Nueva York ante la llegada de un nuevo día. Los efectos que produce esa aurora son todos negativos: contaminación, angustia, capitalismo, falta de amor, ausencia de belleza, desarraigo…, todos ellos son consecuencias del progreso.

            TEMA
            La falta de esperanzas que trae consigo el progreso.

            ORGANIZACIÓN DE IDEAS

            El poema se puede dividir en dos partes. La primera ocupa los doce versos iniciales, en ella se nos habla  principalmente de la aurora de Nueva York, de hecho tres de sus versos empiezan así. La segunda parte ocupa los ocho últimos versos, Lorca habla ahora de los efectos que produce en la gente.

            COMENTARIO
           
            El título y el primer verso del poema nos hacen  pensar que Lorca nos va a hablar del nacimiento de un nuevo día, de las esperanzas que éste trae consigo; sin embargo, tal idea se desvanece nada más leer el segundo verso en el que se asocia la aurora de Nueva York con  cuatro columnas de  cieno. Las columnas las usa posiblemente porque las relaciona con los rascacielos y con el cieno crea en los lectores una sensación  de repugnancia; sensación que continúa en los versos siguientes con las aguas podridas en las que chapotean las negras palomas. Observemos que las palomas están negras y las aguas podridas seguramente por el cieno, por la contaminación existente en dicha ciudad. Además con la palabra huracán añade una connotación de violencia.
            Las imágenes que utiliza Lorca n los versos siguientes continúan resaltando los aspectos negativos de esa aurora, ya que ésta gime, es decir, mediante la personificación el poeta nos dice que la propia aurora llora porque es consciente de que no trae esperanza a los habitantes como dirá unos veros después. Las inmensas escaleras y las aristas a las que se refiere el autor siguen haciendo referencia a los rascacielos. Los nardos son la única nota positiva de esos versos, nota que rápidamente se ve contrarrestada otra vez por el complemento que le coloca “de angustia”, es decir, la angustia en esos rascacielos es inmensa como las escaleras.
            La desesperanza crece cuando Lorca dice que, a pesar de todo, la aurora llega, pero allí no hay quien la reciba porque no hay esperanza posible, no hay futuro. A continuación se refiere a los efectos devastadores que produce el capitalismo con “las monedas en enjambres furiosos que taladran y devoran abandonados niños. Observemos las connotaciones negativas, violentas, que traen consigo palabras como enjambres furiosos, taladran y devoran. Asimismo podemos apreciar el interés por los marginados, ya que  las consecuencias negativas del materialismo afectan a los más débiles,  los niños abandonados.

            De nuevo nos habla de falta de esperanza en los habitantes de esa ciudad, falta de esperanza perceptible desde el principio, los primeros que salen ya son conscientes de ello. El goce y el amor, es decir, los sentimientos, están vedados a dichos habitantes.
Con la metáfora “con sus huesos” Lorca intensifica el dolor que produce en ellos esa falta de esperanza. En Nueva York no hay paraíso posible, no hay amores posibles. Con el adjetivo “deshojados” nos remite a la incertidumbre del enamorado consultando a la margarita. En  cambio, sí hay deshumanización impuesta por los números y las leyes –orden y rigidez-. En este mundo tampoco tiene cabida la belleza:”juegos sin arte” ni el trabajo produce su fruto: “sudores sin fruto”.
            La luz - la esperanza- es sepultada por el desarrollo tecnológico (por cadenas y ruidos) en clara alusión al trabajo en cadena y a los ruidos de las máquinas. Este tipo de trabajo produce frialdad, desarraigo; los trabajadores no sienten apego a él, se sienten menos humanos y más parte del engranaje industrial “de ciencia sin raíces”.
            Termina Lorca presentando los terribles efectos que este tipo de vida causa en los habitantes que caminan insomnes, es decir, su sufrimiento es tal que no pueden dormir y por eso van con paso vacilante, dubitativo,  por los barrios. La comparación final resulta muy violenta: “como recién salidos de un naufragio de sangre”, esto es, están perdidos como los náufragos, pero no en agua, sino lo que es mucho peor, en sangre.   
            En resumen, estamos ante un poema que presenta rasgos vanguardistas que podemos apreciar en el uso de imágenes que despiertan fuertes sentimientos de rechazo hacia ese mundo deshumanizado como “las columnas de cieno”, “el huracán de negras palomas”,  “las monedas en enjambres furiosos…”, “saben que van al cielo de números y leyes”…Vanguardista también es la métrica: versos libres. Pertenece el poema a Poeta en Nueva York, libro escrito por Lorca bajo la influencia del Surrealismo.
             
           

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Comentario de "Si el hombre pudiera decir...", de Luis Cernuda



Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
 como una nube en la luz;
 si como muros que se derrumban,
 para saludar la verdad erguida en medio,
 pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
 yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
 proclama ante los hombres la verdad ignorada,
 la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
 alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina,
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
 y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
 como leños perdidos que el mar anega o levanta
 libremente, con la libertad del amor,
a única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
Si no te conozco, no he vivido;
 si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.




COMENTARIO
            El poema empieza poniendo condiciones; la proposición principal (apódosis) no aparecerá hasta el verso diez. El poeta parece sentirse coartado en su libertad como persona, ya que no puede expresar libremente su amor (“si pudiera decir lo que ama”), por lo que tiene que callar la verdad y ésta significa mucho para él puesto que insiste en este concepto (“para saludar la verdad”, “dejando sólo la verdad de su amor”, “la verdad de sí mismo”) y en el de derrumbar todo lo que impide que esa verdad aflore (“muros que se derrumban”, “derrumbar su cuerpo”). Cernuda identifica esa verdad con el amor o el deseo y lo hace mediante una conjunción que posee un valor de identidad, no de exclusión como suele suceder. Para el autor ese amor es más importante que la fama o la fortuna, elementos ambos perseguidos por la mayoría de las personas. Como podemos apreciar sus aspiraciones son menos materiales que las de la mayoría de los humanos.
            Su realización personal la conseguiría dando a conocer a todo el mundo ese amor verdadero que, por circunstancias sociales, no puede manifestar libremente; de todos es conocida su homosexualidad y el rechazo social que había y aún sigue existiendo en España hacia quienes manifiestan tendencias homosexuales. Se entregaría totalmente a la revelación de dicha verdad con los mismos sentidos con que disfruta de su amor, con los mismos sentidos con que lo materializa (la lengua, los ojos y las manos).
            La segunda estrofa comienza con una paradoja que expresa muy bien el significado concedido por Cernuda al amor para quien es sinónimo de libertad y al mismo tiempo, de falta de ella, puesto que amar a alguien significa estar preso en él al no  poder vivir sin el amado. Éste es tan importante que, cuando el poeta escucha su nombre, tiembla, se olvida de la miseria de la vida y el tiempo (“el día y la noche”) tendría el valor que el amado quisiera darle.
            En el verso dieciocho Cernuda expresa de manera magistral la íntima fusión de los amantes, casi como un éxtasis místico, la identidad total entre ellos (“Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu”). A continuación insiste en la libertad que conseguiría mediante el amor y en la indiferencia que sentiría con lo que sucediera con los amantes (“Como leños perdidos que el mar anega o levanta”), vivir o morir sería indiferente. Sólo por alcanzar esa libertad amorosa estaría dispuesto a morir.
            La tercera estrofa es muy breve. Está dedicada al amado, a quien se dirige a través de la segunda persona. Sigue el poeta insistiendo en la idea de que el amor es lo único que puede dar sentido a la existencia; la vida sin amor no sería una verdadera vida. Culmina el poema con nuevas paradojas: el amor es tan importante que, si no se ha conocido al amado, no se puede morir porque realmente no se ha vivido.
            El poema está escrito en versículos (frecuentes en la generación a la que  pertenece el autor). El ritmo se consigue mediante el uso de los paralelismos y de las constantes repeticiones.
 En resumen, Cernuda puede manifestar libremente sus sentimientos mediante la literatura, pero en la realidad no puede, entablándose así el conflicto que da título a gran parte de su obra:  La realidad y el deseo.  

Comentario de "Te quiero", de Luis Cernuda






Te quiero.

Te lo he dicho con el viento.
Jugando como animalillo en la arena
O iracundo como órgano tempestuoso;

Te lo he dicho con el sol,
Que dora desnudos cuerpos juveniles
Y sonríe en todas las cosas inocentes;

Te lo he dicho con las nubes,
Frentes melancólicas que sostienen el cielo,
Tristezas fugitivas;

Te lo he dicho con las plantas,
Leves criaturas transparentes
Que se cubren de rubor repentino;

Te lo he dicho con el agua,
Vida luminosa que vela un fondo de sombra;

Te lo he dicho con el miedo,
Te lo he dicho con la alegría,
Con el hastío, con las terribles palabras.

Pero así no me basta:
Más allá de la vida
Quiero decírtelo con la muerte;
Más allá del amor,
Quiero decírtelo con el olvido.





1.- RESUMEN.
El poeta quiere manifestar a su amado el gran amor que le profesa, amor que ya le ha manifestado mediante los elementos naturales e incluso mediante los propios sentimientos, pero esto no es suficiente para él y pretende decírselo incluso más allá de la vida, con la muerte o, con su equivalente, el olvido.

2.-  TEMA
 Amor más allá de la muerte.

 ORGANIZACIÓN DE IDEAS:

            Las ideas están organizadas de tal manera que podríamos dividir el poema en tres partes. La primera ocupa el primer verso y en ella aparecen los sentimientos del  poeta (el amor hacia alguien). La segunda ocupa las seis estrofas siguientes; todas ellas empiezan con una estructura anafórica y paralelística. En esta parte el autor expone cómo ha manifestado su sentimiento hacia la otra persona de distintas maneras. La tercera parte se corresponde con la última estrofa; la ruptura con lo anterior viene marcada por el nexo adversativo “pero”. Aquí está el tema fundamental de la composición: al poeta no le bastan la naturaleza ni los sentimientos ni las palabras para expresar ese amor, quiere ir más lejos, quiere demostrárselo con la muerte.

3.- COMENTARIO

El poema responde al contenido propio del género lírico (la manifestación de sentimientos), e incluso trata   uno de los temas más frecuentes en él: el  amor. Nos hace pensar en el quevediano “Cerrar podrá mis ojos…” por la similitud temática. Todo ello nos hace pensar que no es nada original, sin embargo, la originalidad de Cernuda reside en la manera tan sincera, tan sencilla al mismo tiempo de expresarnos la importancia que tiene para él dicho sentimiento, ya que para demostrárselo a su amado (de todos es conocida su homosexualidad) no le importaría llegar hasta la muerte.
Ya desde la primera estrofa Cernuda nos deja claros sus sentimientos y para que no quede ni la más mínima duda a ese sentimiento le dedica una  estrofa. Ese amor está manifestado de la forma más simple y repetida por todos los enamorados: te quiero. En las seis estrofas siguientes el autor nos va diciendo cómo ha manifestado su amor a través elementos de la naturaleza, de sentimientos e incluso a través de la palabra.
Comienza esta enumeración con el viento, elemento que se manifiesta de manera pacífica (jugueteando en la arena) o bien de manera brusca (iracundo como órgano tempestuoso). Continúa con el sol, elemento que evoca en el poeta los desnudos cuerpos juveniles tendidos en la playa (dora); al mismo tiempo asocia el poeta la juventud a la inocencia. En la siguiente estrofa se refiere el escritor a las nubes,  que connotan para él sentimientos de melancolía y tristeza. En estas tres estrofas los elementos que aparecen (viento, sol, nubes), tienen una clara relación entre sí: los tres forman parte de la naturaleza, los tres pertenecen al mundo de “arriba”.
En la quinta estrofa aparecen las plantas y en la sexta, el agua; ahora el poeta ha bajado la mirada a la tierra, la ha aproximado; en la penúltima aparecen los sentimientos, la aproximación es aún mayor.
La  última estrofa es la más larga. En ella está el tema de la composición, por eso a ella le dedica más versos. Todas esas maneras de demostrarle su amor al amado no son suficientes para el poeta, por ello quiere decírselo de una última forma, con la muerte, o lo que sería igual, con el olvido que es lo que hay más allá del amor. La vida sin amor es igual a la muerte.
El léxico utilizado es sencillo, no presenta ninguna dificultad . Sin embargo esa aparente sencillez  se complica con el uso de las figuras retóricas, especialmente de las metáforas, bastante frecuentes en el poema. Así a las nubes se las identifica con frentes melancólicas que sostienen el cielo (por encima de ellas está el cielo, por eso lo sostienen y, al mismo tiempo son frentes porque aquí supone el poeta que residen la tristeza y la melancolía); no hace falta explicar por qué son fugitivas. De las plantas dice que son leves criaturas trasparentes que se cubren de rubor repentino. Con los adjetivos leves y transparentes nos da la idea el escritor de que las plantas son algo delicado. El rubor repentino del que se cubren nos hace pensar en el rocío. Al agua la identifica con vida luminosa que vela un fondo de sombra. Podemos apreciar una metáfora tópica (el agua es vida) y al mismo tiempo una paradoja: vida luminosa / fondo de sombra. El agua es luminosa, clara, pero oculta lo que tiene en su interior.
Además de la metáfora, son frecuentes en el texto la anáfora y los paralelismos:
“Te lo he dicho con el viento, te lo he dicho con el sol, te lo he dicho con el miedo, te lo he dicho con la alegría…”( aquí además tenemos una antítesis para connotar totalidad).
“Más allá de la vida, más allá del amor”, “quiero decírtelo con la muerte, quiero decírtelo con el olvido”.
            En cuanto a la métrica  el poema responde a su época y a su generación. Cernuda no usa ninguna estrofa clásica, sino que está compuesto en versos libres (recordemos que la Generación del 27 supo conjugar lo tradicional con lo nuevo).
En resumen, el poeta de una manera directa y sencilla nos está descubriendo su corazón, sus sentimientos. Sentimientos que, como ya se ha dicho antes, son consustanciales al género lírico al que pertenece el texto.
            Pertenece el poema a su etapa de juventud (1929-1935).




miércoles, 14 de noviembre de 2018

Comentario de "Donde habite el olvido", de Luis Cernuda




Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo solo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allá donde termine ese afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como canto de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.



 DONDE HABITE EL OLVIDO, de LUIS CERNUDA.


            RESUMEN
El poeta muestra su deseo de estar en un lugar similar a un cementerio, un lugar abandonado, sumido en la oscuridad y azotado por el viento. Allí no percibiría el dolor que causa el amor, no sufriría y se sentiría libre.
            TEMA: Deseo de anular el deseo.
            ORGANIZACIÓN DE IDEAS
            En cuanto al sentido el poema presenta una unidad, aunque se podrían matizar algunas ideas. En los ocho primeros versos se nos habla principalmente del lugar en que le gustaría estar. En los versos 9 al 15  se nos muestra la idea que el poeta tiene del amor como sufrimiento y entrega al otro. En los versos restantes (16-22) se nos habla del afán de liberación del yo poético.
Llama la atención la manera peculiar de exponer las ideas, ya que en todo el poema no encontramos la proposición principal, que se sobreentiende: Allí desearía estar el poeta, en ese lugar donde habite el olvido.
            COMENTARIO
            El poeta comienza expresando su deseo de estar allí donde habita el olvido; si existe un lugar físico en el que eso suceda, éste debe ser un cementerio, lugar en donde   sus moradores  no recuerdan nada; allí no hay amanecer posible (en los vastos jardines sin aurora), es decir, no hay esperanza. En dicho lugar él solo será un recuerdo de su existencia, su nombre quedará olvidado en una lápida sepultada entre ortigas; no habrá nadie que se encargue de cuidar su recuerdo; con ello el escritor nos está indicando la soledad que siente, no hay ninguna persona que lo quiera.
Sigue el poeta describiendo ese lugar en el que a él le gustaría estar y lo hace como un sitio desolado, azotado por el viento (el viento escapa a sus insomnios), seguramente sería él mismo quien escapara a sus preocupaciones si se encontrara allí.
El deseo tan fuerte que expresa el poeta de estar muerto para anular sus sentimientos continúa presente en los versos siguientes (donde mi nombre deje/  al cuerpo que designa en brazos de los siglos). Allí ya no existirá el deseo. Cernuda asocia el deseo, el amor, al dolor, como podemos apreciar aquí  y en los versos siguientes. El olvido sería la única forma posible de extirpar la pasión erótica, aunque sea a costa de sumirlo en la muerte, real o imaginada.
Ahora identifica al amor con un ángel terrible; las connotaciones positivas del amor  (el ángel es símbolo de ello) son contrarrestadas con el adjetivo “terrible”, por sus efectos. El ángel clava en el pecho del poeta su ala cual si fuera un puñal, mientras sonríe con gracia aérea (vuela); las consecuencias  son nefastas para el yo poético:“crece el tormento”.
El amor es afán, ansia de encontrar otro ser en el que poder reflejarnos (Sin más horizonte que otros ojos frente a frente), al que poder someternos (sometiendo a otra vida su vida), en el que poder contemplarnos sin otra preocupación (las penas y las dichas no existen, son solo nombres). El poeta tiene una imagen romántica del amor al que asocia con la libertad, ya que el amante se realiza mediante dicho sentimiento que da plenitud a su vida. Pero, al mismo tiempo, no puede dejar de pensar en su fin, en su ausencia; la falta de amor le lleva al olvido y el recuerdo del amor desaparece de la mente de los amantes, lo que traería consigo el descanso, el dejar de sufrir por el otro (Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo). Esto produciría en él un efecto de levedad e ingenuidad (disuelto en niebla, ausencia/ ausencia leve como carne de niño), de retorno al mundo feliz de la infancia. Sin embargo, sabemos que para Cernuda esa vida sin amor no tendría ningún sentido, sería una forma de muerte.
En resumen, el poema, y todo el libro, es un homenaje del autor a su paisano Bécquer, a quien siempre admiró, ya que nos remite a uno de sus versos; incluso “la piedra sepultada entre ortigas” recuerda inevitablemente “la piedra solitaria/sin inscripción alguna”, de la mencionada rima LXVI.
Por un lado, tradición; por otro, vanguardia, apreciable en algunas imágenes surrealistas como “en los vastos jardines sin aurora”, “…sobre la cual el viento escapa a sus insomnios”; o en alguna comparación como “ausencia leve como carne de niño”; y en el uso del verso libre. El ritmo del poema se consigue con el uso de las repeticiones anafóricas (donde y allá ),con los paralelismos (donde habite el olvido/ donde el deseo no exista; en los vastos jardines/ en esa gran región), con las antítesis ( el amor/ángel terrible; penas/dichas). La estructura circular con la que termina el poema nos produce un efecto de desolación.




Comentario de "Unidad en ella", de Vicente Aleixandre








Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
volando a la región donde nada se olvida.

  Tu forma externa, diamante o rubí duro,
brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
cráter que me convoca con su música íntima,
con esa indescifrable llamada de tus dientes.

  Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.

  Deja, deja que mire, teñido del amor,
enrojecido el rostro por tu purpúrea vida,
deja que mire el hondo clamor de tus entrañas
donde muero y renuncio a vivir para siempre.

  Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú sangre, esa lava rugiente
que renegando encerrada en bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.

  Este beso en tus labios como una lenta espina,
como un mar que voló hecho un espejo,
como el brillo de un ala,
es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo,
un crepitar de la luz vengadora,
luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,
          pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.


UNIDAD EN ELLA

RESUMEN
El poeta muestra su deseo de fundirse a través de la pasión amorosa con la amada y, a través de ella, con el cosmos, aunque dicha fusión conlleve su propia anulación.

TEMA
Deseo de fusión con la amada y con el universo.

ESTRUCTURA
El poema presenta todo él una unidad, si bien podemos diferenciar que algunas estrofas están escritas en tercera persona  y en ellas se describe a  la amada, y otras, en primera y expresan los sentimientos que ésta despierta en el poeta.

COMENTARIO
El título nos remite a la amada a través del pronombre  y expresa el deseo de Aleixandre de fundirse con ella.
Comienza identificando a la amada con el cosmos: su cuerpo fluye, cual si fuera un río, y en su cara se ve reflejado el mundo. Los graciosos pájaros que vuelan fugitivos nos hacen pensar en los ojos de la amada cuya mirada iría de un lado a otro y permanecería siempre en el recuerdo del amado.
Continúa identificando la forma externa de la amada con los elementos naturales (diamante o rubí duro) que se caracterizan por su dureza y por ser muy apreciados, igual que ella. El rubí lo asociamos inevitablemente al color rojo de la boca y el sol que aparece a continuación, aunque puede referirse a la amada en general, nos hace pensar en el color rubio del cabello. Ahora identifica a la amada con un volcán cuya boca (cráter) le atrae irremediablemente con su sinfonía interior. El poeta acaricia a la amada y se siente impulsado a besarla.
Sigue el poeta diciéndonos que desea arrojarse a ese volcán, desea voluntariamente consumirse en él. Mediante la paradoja “muero porque morir/ porque quiero vivir en el fuego” expresa claramente su concepción amorosa: al entregarse a ella él se fundirá con la amada, dejará de ser él mismo, pero es preferible porque sin ella no puede vivir (porque este aire de fuera no es mío). Igual sucede con la siguiente paradoja: el aire volcánico le quema pero esa sensación resulta ser querida por el poeta (dora).
En la estrofa siguiente pide a la amada que le deje introducirse en su vorágine interior. Destaca el uso del color rojo para connotar ese estado de pasión amorosa : “teñido de amor/ enrojecido el rostro por tu purpúrea vida”. La íntima unión de los amantes está expresada como si fuera una comunión: el amante se introduce en lo más profundo de la amada (sus entrañas) y allí desaparece por efectos del volcán (pasión). Sigue insistiendo en la voluntariedad con que lo hace (renuncio a vivir para siempre).
A continuación identifica claramente el amor con la muerte mediante el uso de la disyuntiva “o” con valor de identidad. Ahora la sangre de la amada es la lava que riega los miembros de su hermoso cuerpo y siente los límites de la vida.
En la última estrofa compara el beso con una lenta espina que se clava dentro de sí y que podría llegar a causarle la “muerte”; también lo compara de manera surrealista con el mar que voló hecho un espejo y con el brillo de un ala. Dice que ese beso no consigue todavía la íntima fusión de los amantes, porque todavía se queda en las caricias (es todavía unas manos, un  repaso de crujiente pelo), un preludio de la muerte que conseguirían los amantes si llegaran a la plena consumación del amor; pero no consiguen llegar a eso,  ese beso solo se queda todavía en amenaza (un crepitar de la luz vengadora/ luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza), pero a pesar de ello, no puede destruir la unidad del cosmos o la unidad de ese mundo conseguido a través del amor.
         El poema tanto por la métrica (uso de versículos) como por algunas de las imágenes utilizadas estaría dentro de la línea vanguardista de la poesía del 27. Responde asimismo a la idea expresada ya en el título del libro al que pertenece: La destrucción o el amor, en el que Aleixandre identifica ambos términos. Igualmente perceptible la concepción del amor como fuerza cósmica: el amante se funde con la amada y a través de ella con el cosmos, pero esta fusión trae consigo su propia destrucción.

         



miércoles, 7 de noviembre de 2018

Comentario de "Idea", de Vicente Aleixandre



                  IDEA
 Hay un temblor de aguas en la frente.
Y va emergiendo, exacta,
la limpia imagen, pensamiento,
marino casco, barca.
Arriba ideas en bandada,
albeantes. Pero abajo la intacta
nave secreta surge,
de un fondo submarino,
botado invento, gracia.

Un momento detiene
su firmeza balanceada
en la suave plenitud de la onda.
Polariza los hilos de los vientos
en su mástil agudo,
y los rasga
de un tirón violento, mar afuera,
inflamada de marcha,
de ciencia, de victoria.

Hasta el confín externo –lengua_,
cuchilla que la exime
de su marina entraña,
y del total paisaje, profundo y retrasado,
la desgarra.


VICENTE ALEIXANDRE: IDEA


RESUMEN
            El poeta nos habla del proceso de creación del pensamiento, desde que surge la idea   hasta que se materializa mediante el habla. Identifica al pensamiento con un barco o nave que surge del fondo submarino, el interior de las personas.

            ESTRUCTURA
            La estructura externa se compone de tres estrofas que pueden agruparse en cuanto al contenido en dos partes. La primera parte está formada por las dos primeras, de igual longitud; en ellas el poeta nos habla de cómo poco a poco va surgiendo la idea en el interior.  En la segunda parte –última estrofa- ya consigue salir al exterior mediante la lengua. Esta última parte es más breve.

            COMENTARIO
            Empieza Aleixandre con una metáfora en la que sólo aparece el término imaginario: temblor de aguas en la frente, pero cuyo término real es fácil de imaginar, las arrugas que se forman en la frente cuando pensamos. La semejanza entre ambos términos se encuentra en la forma ondulada de las arrugas y en las ondas del agua. En esta metáfora encontramos ya dos elementos que aluden al tema del poema, la frente (morada del pensamiento) y el agua (“morada” del barco).
            En los versos siguientes destacamos los adjetivos con los que el autor destaca la
precisión y la nitidez con la que surge la primera imagen. Nos descubre ya desde el principio, también mediante metáforas, el tema de la composición, el pensamiento, y su identificación con un casco marino o con una barca, términos evidentemente sinónimos.
Igual que en lo alto del barco puede haber pájaros revoloteando, las ideas en la frente surgen en bandada. Vuelve a utilizar otros dos adjetivos que connotan pureza, nitidez, albeantes e intacta. Con ello el poeta nos está diciendo que, aunque en la mente bullen muchas ideas, desde el fondo la idea importante surge ya precisa, clara, a pesar de que surja de un medio oscuro, fondo submarino, cuyo término real sería el interior del ser humano. Las metáforas para referirse al pensamiento no son nada más que variantes de las empleadas al principio, nave secreta, botado invento; sólo una no se corresponde con ello: gracia; con ella el autor transmite el estado en que se siente en dicho proceso creador.

            En la segunda estrofa el encabalgamiento del primer verso consigue dejarnos en suspense, detenidos. La idea se ve acosada, por un momento, su firmeza se balancea con el empuje suave de las olas. La connotación  de  precisión que aparecía en la primera estrofa  aparece de nuevo con el sustantivo “plenitud”. La imagen del barco sigue estando presente en “los hilos de los vientos”, que nos hacen pensar en las cuerdas que sujetan las velas, y en el “mástil agudo”. La idea, igual que el barco, mediante un tirón violento sale del fondo y comienza a navegar, liberándose de las ataduras, henchida de sabiduría, victoriosa.
           
            En la tercera estrofa ya está fuera y el elemento que ha servido para liberarla al exterior ha sido la lengua, a la que se identifica con una cuchilla capaz de sacarla del interior submarino. La lengua, mediante el habla, es capaz de materializar nuestros pensamientos más profundos. La concentración de las ideas es mayor en esta breve estrofa.


            En resumen, Aleixandre  está tratando el tema del proceso creador del pensamiento de una manera sencilla, con versos breves en los que no hay medida ni rima, sólo leves asonancias en “aa”. El lenguaje utilizado es también sencillo, destacando el léxico referido al campo semántico del barco y su entorno y el referido a la idea, que va connotando exactitud, precisión. Las metáforas son constantes, casi todo el texto es metafórico. Esto nos hace pensar que, posiblemente, el poema pertenezca a la primera etapa de Vicente Aleixandre, la etapa de la poesía pura.