miércoles, 21 de noviembre de 2018

Comentario de "Si el hombre pudiera decir...", de Luis Cernuda



Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
 como una nube en la luz;
 si como muros que se derrumban,
 para saludar la verdad erguida en medio,
 pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
 yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
 proclama ante los hombres la verdad ignorada,
 la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
 alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina,
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
 y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
 como leños perdidos que el mar anega o levanta
 libremente, con la libertad del amor,
a única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
Si no te conozco, no he vivido;
 si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.




COMENTARIO
            El poema empieza poniendo condiciones; la proposición principal (apódosis) no aparecerá hasta el verso diez. El poeta parece sentirse coartado en su libertad como persona, ya que no puede expresar libremente su amor (“si pudiera decir lo que ama”), por lo que tiene que callar la verdad y ésta significa mucho para él puesto que insiste en este concepto (“para saludar la verdad”, “dejando sólo la verdad de su amor”, “la verdad de sí mismo”) y en el de derrumbar todo lo que impide que esa verdad aflore (“muros que se derrumban”, “derrumbar su cuerpo”). Cernuda identifica esa verdad con el amor o el deseo y lo hace mediante una conjunción que posee un valor de identidad, no de exclusión como suele suceder. Para el autor ese amor es más importante que la fama o la fortuna, elementos ambos perseguidos por la mayoría de las personas. Como podemos apreciar sus aspiraciones son menos materiales que las de la mayoría de los humanos.
            Su realización personal la conseguiría dando a conocer a todo el mundo ese amor verdadero que, por circunstancias sociales, no puede manifestar libremente; de todos es conocida su homosexualidad y el rechazo social que había y aún sigue existiendo en España hacia quienes manifiestan tendencias homosexuales. Se entregaría totalmente a la revelación de dicha verdad con los mismos sentidos con que disfruta de su amor, con los mismos sentidos con que lo materializa (la lengua, los ojos y las manos).
            La segunda estrofa comienza con una paradoja que expresa muy bien el significado concedido por Cernuda al amor para quien es sinónimo de libertad y al mismo tiempo, de falta de ella, puesto que amar a alguien significa estar preso en él al no  poder vivir sin el amado. Éste es tan importante que, cuando el poeta escucha su nombre, tiembla, se olvida de la miseria de la vida y el tiempo (“el día y la noche”) tendría el valor que el amado quisiera darle.
            En el verso dieciocho Cernuda expresa de manera magistral la íntima fusión de los amantes, casi como un éxtasis místico, la identidad total entre ellos (“Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu”). A continuación insiste en la libertad que conseguiría mediante el amor y en la indiferencia que sentiría con lo que sucediera con los amantes (“Como leños perdidos que el mar anega o levanta”), vivir o morir sería indiferente. Sólo por alcanzar esa libertad amorosa estaría dispuesto a morir.
            La tercera estrofa es muy breve. Está dedicada al amado, a quien se dirige a través de la segunda persona. Sigue el poeta insistiendo en la idea de que el amor es lo único que puede dar sentido a la existencia; la vida sin amor no sería una verdadera vida. Culmina el poema con nuevas paradojas: el amor es tan importante que, si no se ha conocido al amado, no se puede morir porque realmente no se ha vivido.
            El poema está escrito en versículos (frecuentes en la generación a la que  pertenece el autor). El ritmo se consigue mediante el uso de los paralelismos y de las constantes repeticiones.
 En resumen, Cernuda puede manifestar libremente sus sentimientos mediante la literatura, pero en la realidad no puede, entablándose así el conflicto que da título a gran parte de su obra:  La realidad y el deseo.  

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