jueves, 7 de febrero de 2019

Comentario de "Retrato", de Antonio Machado







RETRATO

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
ya conocéis mi torpe aliño indumentario-
mas recibí las flechas que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y más que un hombre al uso que sabe su doctrina
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard,
mas no amo los afeites de la actual cosmética
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos
y escucho solamente entre las voces una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso como deja el capitán su espada;
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
-quien habla solo espera hablar a Dios un día-.
Mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo: debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
           
   

RESUMEN:
El poema, como indica su nombre, es un retrato (descripción física y psicológica) del propio autor. Comienza éste hablando de su infancia en Sevilla, de su juventud en Castilla, de alguna historia triste, de sus escasas dotes donjuanescas, a pesar de que ha conocido el amor. Sigue definiéndose como un hombre bueno. Continúa hablándonos de su estética y afirma que le importa más el fondo que la forma y que le gusta conversar consigo mismo. Termina con una premonición que desgraciadamente se cumplió.

ESTRUCTURA.
Las tres primeras estrofas nos hablan de la vida del poeta, de los lugares donde ha pasado su infancia, su juventud, de su historial amoroso y de su ideología. En las tres estrofas siguientes nos habla de su estética y en las tres últimas nos habla de su intimidad, de su trabajo presente y de su pobre futuro.

COMENTARIO:
El poeta nos da un retrato de sí mismo que se corresponde con la idea que tenemos de él. Su infancia en el patio sevillano con el limonero lánguido, su madurez en Castilla y esos casos que  no quiere recordar y que aluden probablemente a su juventud triste, a su amargura vieja.  Achaca su escaso éxito con las mujeres a su poca preocupación por la indumentaria, por ello no ha sido ni un Bradomín (protagonista valle-inclanesco) ni un Mañara (famoso personaje sevillano que tras una vida disoluta, se arrepintió, se hizo fraile y dedicó su dinero a los pobres). Sin embargo, conoció el amor y este sentimiento le pareció grato (“amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario”).
 Ideológicamente se define como revolucionario (“hay en mis venas gotas de sangre jacobina”), auque sus versos no inciten a la revolución (“mi verso brota de manantial sereno”), porque por encima de todo es un hombre bueno.
 Estéticamente se ha formado en el modernismo y en el simbolismo francés (“en la moderna estética/ corté las viejas rosas del huerto de Ronsard”), pero declara que no le gusta el modernismo más superfluo, el de aquellos que sólo buscan la perfección formal (“mas no amo los afeites de la actual cosmética/ ni soy un ave de esas del nuevo gay –trinar). Notemos la puya contra los modernistas a los que identifica con aves del nuevo gay trinar; lo de gay lo utiliza probablemente como referencia a la gaya ciencia, estilo literario que se caracteriza por su dificultad de comprensión, igual que el modernismo; lo del trinar tiene que ver con el canto de  las aves y con la musicalidad modernista.
    Prefiere escucharse a sí mismo, antes que convertirse en un mero imitador (“a distinguir me paro las voces de los ecos,/ y escucho solamente entre las voces, una “). Su actitud hacia esos modernistas vacíos  es de repulsa (“desdeño las romanzas de los tenores huecos/ y el coro de los grillos que cantan a la luna”). Ahora identifica a los modernistas con tenores huecos, cuyos cantos suenan muy bien, pero no dicen nada, y con  grillos que cantan a la luna, debido a la importancia de la música y de la  luna en sus composiciones. Esta actitud crítica se debe a que a Machado le importa más el fondo que la forma y desea que sus versos sean conocidos no por ser clásicos o románticos, sino por lo que digan (“Dejar quisiera/ mi verso como deja el capitán su espada/ famosa por la mano viril que la blandiera/ no por el docto oficio del forjador preciada”).
         Antonio  Machado era un hombre solitario y mirándose a sí mismo aprendió a amar a los demás. Ese comportamiento le lleva a pensar que algún día posiblemente le permita ver a Dios, ya que no hace ningún mal a nadie.
La imagen de pobreza que nos da de sí mismo en las dos últimas estrofas se corresponde igualmente con lo que nos cuentan de él. Podemos percibir un cierto orgullo cuando nos habla de que no nos debe nada, puesto que lo poco que tiene lo ha ganado con su trabajo, en cambio los lectores estamos en deuda con él, ya que su afición literaria no le reportaba ganancias y lo hacía por afición. Especialmente tristes resultan los cuatro últimos versos en los que el autor habla de cómo cuando llegue la muerte (“el día del último viaje”) lo encontrará pobre y dispuesto a ella  (sabemos que Machado murió en Collioure acogido por el dueño de un pequeño hotel). Hace referencia a la mitología cuando habla de la nave, el barco en el que somos transportados de una orilla a otra.
A pesar  de que Machado haya afirmado que no le gusta el Modernismo, en el poema encontramos  características de  dicho movimiento literario, como el uso de serventesios alejandrinos; la alusión a Bradomín, personaje de una de las mejores obras del modernismo español;  el retoricismo con que se refiere a los modernistas; o el abundante uso de metáforas de que hace gala en este poema y que, como sabemos, no son muy frecuentes en su obra.


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