martes, 12 de febrero de 2019

Comentario de "El Otoñado", de Juan Ramón Jiménez






Estoy completo de naturaleza,
En plena tarde de áurea madurez,
Alto viento en lo verde traspasado.
Rico fruto  recóndito, contengo
Lo grande elemental en mí (la tierra,
El fuego, el agua, el aire) el infinito.

Chorreo luz: doro el lugar oscuro,
Trasmino olor: la sombra huele a dios,
Emano son: lo amplio es honda música,
Filtro sabor: la mole bebe mi alma,
Deleito el tacto de la soledad.

Soy tesoro supremo, desasido,
Con densa redondez de limpio iris,
Del seno de la acción. Y lo soy todo.
Lo todo que es el colmo de la nada,
El todo que se basta y es servido
De lo que todavía es ambición.



EL OTOÑADO

RESUMEN
El poeta se siente plenamente identificado con la naturaleza e igual que ella contiene dentro de sí la plenitud, la totalidad.

TEMA
El estado de plenitud conseguido por el poeta.

ESTRUCTURA
El poema se divide en tres estrofas; dos de ellas con el mismo número de versos y una, la central, con uno menos debido a que cada uno de ellos se  refiere a un sentido. Los versos son endecasílabos y no presentan rima, solo alguna asonancia.
En cuanto al contenido no presenta ninguna división, ya que en todo el poema el escritor nos habla de ese estado al que ha conseguido acceder.

COMENTARIO
El poeta empieza hablándonos de algo que nos resulta en principio extraño: se encuentra completo de naturaleza, es decir, se siente igual que ella en la madurez de su vida: “en plena tarde de áurea madurez”.
Como podemos observar J. Ramón se refiere a la tarde (madurez del día) y la califica positivamente de dorada, es decir, que para él esa etapa de la vida tiene connotaciones positivas.
El escritor se está identificando con el árbol que ha llegado a su madurez (su otoño) y ha conseguido dejar atrás su juventud, su inexperiencia, por eso dice “alto viento en lo verde traspasado”, asociando el verde con la juventud y con la falta de conocimiento. Igual que el árbol produce su fruto, él oculta dentro de sí el suyo: los elementales del universo, es decir, la totalidad, el infinito. Nótese la paradoja existente en “lo grande elemental”, paradoja que le sirve al autor para expresar cómo en lo sencillo está la totalidad.
En la segunda estrofa nos habla de la plenitud sensitiva que ha conseguido alcanzar. La luz sale de él y es capaz de llegar al lugar oscuro, como si fuera Dios o el propio cosmos. Los olores pasan a través de él y ello le hace identificarse con  un dios, con la propia naturaleza que exhala olor. Aquí J. R. J. recurre a la sinestesia , figura muy utilizada tanto por los modernistas como por el escritor (“la sombra huele a dios). Observemos que el poeta habla de dios con minúscula puesto que se está refiriendo al concepto personal que tiene de él, no al concepto religioso.
El sonido sale también de él: la totalidad (lo amplio) produce musicalidad. Esa misma idea de plenitud volvemos a encontrarla en el verso siguiente cuando dice “la mole bebe mi alma”, es decir, su alma está disuelta en la inmensidad de la mole, del universo. Nuevamente encontramos  una sinestesia en “deleito el tacto de la soledad”. A través de estos cinco versos paralelísticos, dedicados a cada uno de los sentidos, el poeta nos ha dejado claro que se encuentra en una plenitud total, se siente naturaleza, pero una naturaleza identificada también con dios, capaz de crearlo todo. Por eso, en la siguiente estrofa comienza diciendo que es “tesoro supremo”, no puede llegar a mayor plenitud.
 J. Ramón se siente libre de la acción, en un estado de arrobamiento místico. El arco iris y la redondez vuelven a connotar el estado de plenitud, de perfección alcanzada. Igual sucede con las paradojas que aparecen en los siguientes versos “el todo que es el colmo de la nada”, “el todo que se basta y es servido de lo que todavía es ambición”. Los contrarios todo /nada, todo/ambición expresan la totalidad.
Ahora comprendemos perfectamente el título del poema: el otoñado es la estación total, la plenitud a la que el poeta ha llegado y a la que alude el título del libro al que pertenece.  Es un neologismo creado por el poeta a partir del sustantivo otoño, estación que J. Ramón está identificando con la plenitud, con el estado de perfección al que  ha llegado, estado que le permite una integración en la naturaleza y una disolución en el cosmos.
En resumen, estamos ante un poema de la última etapa de J. Ramón, de la llamada época suficiente o verdadera. Podemos apreciar en él algunos rasgos modernistas que todavía persisten (el uso de la sinestesia, el otoño), pero pocos. La sencillez a la que ha llegado el autor, lejos del ornato modernista, sin embargo, no facilita la comprensión del poema, sino que al despojarlo de la adjetivación, de la sonoridad (sólo perceptible en “rico fruto recóndito) y de la proliferación de figuras retóricas (casi exclusivamente paralelismos y paradojas) el contenido se ha hecho más denso.
En cuanto a la métrica el poema se halla también distante del Modernismo inicial, versos libres con leves asonancias.



3 comentarios:

  1. El pesto es una de las salsas más agradecidas y fáciles de preparar. Se suele servir con platos de pasta, pero en otras preparaciones resulta igualmente deliciosa: en una ensalada, en una pizza o incluso en un bocadillo. Es más sencilla de preparar en la batidora, pero la textura que se consigue en el mortero es difícil de igualar. La cantidad de cada ingrediente se puede variar al gusto del comensal, hay a quien prefiere con menos ajo, con más aceite o con más queso…
    Receta de pasta al pesto
    Ingredientes:

    300 g de pasta

    Aceite de oliva virgen extra

    Sal

    Pimienta

    ​Para la salsa pesto:

    1 ramita de albahaca fresca

    50 g de queso Parmesano

    50 g de piñones

    2 dientes de ajo

    80 ml de aceite de oliva virgen extra

    Sal
    Elaboración:

    1. Tuesta ligeramente los piñones en el horno a 180 ºC durante 10 minutos.

    2. Para la salsa pesto: pela los dientes de ajo. Lava las hojas albahaca y sécalas bien. Tritura las hojas de albahaca con los dientes de ajo, los piñones y el Parmesano. Añade poco a poco el aceite de oliva virgen extra hasta que la salsa quede con una textura granulosa. Rectifica de sal y reserva.

    3. Cuece la pasta en una cazuela con agua hirviendo y sal el tiempo indicado por el fabricante.

    4. Escúrrela cuando esté al dente y sírvela con la salsa pesto, ya sea mezclada o por encima.

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  2. E alimentado a toda mi familia con eso

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